SIGUIENDO LO QUE HICIMOS DÍAS ATRÁS CON LOS 80, VAMOS A FIJARNOS EN TRES FINALES CONSECUTIVAS DE LA LIGA EUROPA (ACTUAL EUROLIGA) ENTRE EQUIPOS ESPAÑOLES Y GRIEGOS EN LOS AÑOS 94, 95 Y 96

Dentro de los partidos que está reponiendo actualmente Teledeporte de baloncesto, nos vamos a fijar en dos finales consecutivas de la Liga Europa, recomendables para cualquier «milenial» que descubrirá en muchos casos formas diferentes de ver el baloncesto. Por una parte tenemos la de 1994 que ganó el Joventut de Badalona a Olympiakos y por otro lado la que venció el Real Madrid a ese mismo rival, completamente remodelado, al año siguiente. No tienen que ver una con la otra como analizaremos a continuación.

A mayores, vamos a prestar atención a lo sucedido al año siguiente, la final del FC Barcelona contra el Panathinaikos recordada por el desenlace del tapón ilegal de Vrankovic a Montero, que seguro que muchos recuerdan aún (ya ha pasado la friolera de 24 años). Ese partido no ha sido repuesto por Teledeporte, suponemos porque no acabó en triunfo blaugrana.

En cualquier caso, os invitamos a que los tres partidos os los visionéis ya que hay innumerables enlaces en «Youtube» donde se pueden ver. Y ahora os ponemos un poco en contexto.

Venimos de unos años entre finales de los 80 y principios de los 90 que asistimos a la descomposición de Yugoslavia y una época en la que los europeos empiezan a ir con más regularidad a la NBA perdiéndose figuras en el baloncesto FIBA, siendo la mayoría de ese origen (Divac, Petrovic, Kukoc, Radja…).

Venimos también de años de frustración del FC Barcelona, de la irrepetible generación de los Sibilio, Epi, Nacho Solozabal, Steve Trumbo, Audi Norris… Ese grupo de jugadores venía de dominar la ACB a finales de los 80 y durante tres años (1989 a 1991) rozó el título de campeón de Europa aunque quien se impidió fue un equipo inigualable como la Jugoplastika de Split. Alli estaban los mencionados Kukoc y Radja pero también, Tabak, Perasovic, etc., en definitiva, un conjunto de un grandísimo talento con jugadores muy jóvenes, que sorprendió al mundo en su primera aparición y que no encontró rival durante tres años consecutivos antes que la guerra de los Balcanes lo acabase por descomponer.

Llegamos a 1992, año recordado porque a la final llega un Joventut de Badalona que vivía sus mejores años y que se proclamaría campeón de Liga ACB bajo la dirección de Lolo Sáinz. Enfrente estaba el Partizán de Belgrado, que había afrontado una temporada dura obligados a jugar a más de 1000 kilómetros de distancia en la primera fase (debido precisamente a la guerra de los Balcanes) por lo que todos los partidos los acogió el pabellón «Fernando Martín» de Fuenlabrada.

En dicha final el Joventut partía como claro favorito ante un conjunto a priori más desconocido donde estaban dos jugadores que se convertirían en estrellas con el paso de los años: Pedrag Danilovic y Sahsa Djordjevic. Ese partido será recordado por la canasta de Tomás Jofresa a diez segundos del final (que ponía el 70-68) y cómo el que fuera posteriormente base del FC Barcelona y Real Madrid subió el sólo a toda carrera el balón para anotar un triple in extremis que daba el triunfo por cuarto año consecutivo a un conjunto de la antigua Yugoslavia… Desde entonces no volvió a haber otro.

Y en 1993 asistimos a lo que muchos denominaron el «triunfo del antibaloncesto», o de forma más políticamente correcta el «Básket Control», y que a buen seguro tuvo mucha importancia en los progresivos cambios de reglamento e interpretaciones hechas por la FIBA conscientes de que se estaba perdiendo espectáculo y con ello espectadores.

Esa temporada Bozidar Malkjkovic, había cogido las riendas del Limoges francés. El entrenador serbio, después de darse a conocer por dirigir a la Jugoplastika venía de «fracasar» en el FC Barcelona, habida cuenta que fue fichado para ganar una Liga Europea que no consiguió.

Los galos eran un conjunto modesto donde sus figuras eran el ex del Forum de Valladolid Michael Young y el esloveno Jure Zdovc. Así todo llegaron de forma casi sorpresiva a la final four que se celebraba en Atenas y como clara cenicienta. El Limoges se imponía en semifinales al Real Madrid en un partido donde el equipo merengue se vio en todo momento frustrado ante el entramado del equipo francés y acababa perdiendo por 62-52.

En la final esperaba la Benetton de Treviso, favorito a todas luces ya que en ese equipo militaba Toni Kukoc en su última temporada en Europa antes de dar el salto a la NBA. Sin embargo, mismo guion y Boza Malkjkovic llevando el partido a su terreno para acabar ganando por un paupérrimo 59-55.

Fue el triunfo del «Basket Control», que supuso el enfado de muchos espectadores que lo consideraban un estilo de juego enormemente aburrido. El secreto era recurrir principalmente a defensas zonales, defender intensamente y al borde de a legalidad y hacer ataques lentos aprovechando los 30 segundos que había entonces de posesión, con el fin de poner un ritmo narcotizante a los partidos y evitar que el rival pudiese correr. Es por eso que durante los años 90 se vieron tanteos tan bajos y muchas finales no son muy recordadas por el aficionado al baloncesto.

Esa final acabó con un cruce de declaraciones entre el entrenador de la Benetton de Treviso, Petar Skansi, quien dijo que «esa tarde había muerto el baloncesto» y un Maljkovic que argumentaba que «lo único que hacía era adaptarse al grupo humano que tenía»… Años más tarde tendría la ocasión de demostrar que era capaz de hacer otro tipo de baloncesto con una plantilla de mucha mayor calidad.

1994: OLYMPIAKOS 57-JOVENTUT DE BADALONA 59

En el recuerdo de todo aficionado a la «Penya» se encuentra sin duda este momento cumbre por ser el más importante de los recientemente cumplidos 90 años de historia del club verdinegro. Sin embargo, en la tónica de los años 90 nos encontramos con un partido que no será recordado por ser el más brillante de la historia. Estamos en plena epoca del «Basket Control» y ese encuentro fue jugado a un ritmo lentísimo, que tenía la emoción de la igualdad en el marcador pero que visto con la perspectiva del paso de los años no levanta pasiones.

Y eso que el Joventut de Badalona fue uno de los conjuntos que más nos «enamoró» a finales de los 80 y principios de los 90 con aquella generación irrepetible de los Montero, Villacampa y los hermanos Jofresa, secundada por otros más jóvenes Juanan Morales y Ferrán Martínez. Campeón de liga en un par de ocasiones, tenía la espina clavada de la final de la Liga Europa del 92 perdida por el triple de Djorjevic.

Para la temporada 93-94 había contratado como entrenador a un Zeljko Obradovic que había sido su verdugo dos campañas antes pero que aún era hasta cierto punto un desconocido. Dentro de todo lo que ha conseguido, y que ha sido un entrenador capaz de adaptarse a los cambios en el baloncesto, no podemos engañarnos, en esa temporada se llevó muchas críticas ya que un equipo del talento del Joventut estaba jugando «mucho peor» y a un ritmo más lento de lo que nos tenían habituados. Y además los resultados no acompañaban, ya que le iba mal la Liga ACB y había perdido en cuartos de final en la Copa del Rey, por lo que las críticas arreciaban.

Con todo, el Joventut se había clasificado para la «Final Four» de la «Liga Europea» en Tel Aviv, dándole muy pocos como favorito y más teniendo delante a los colosos Panathinaikos y Olympiakos atenienses que estaban empezando a romper el mercado baloncestístico a golpe de fichajes millonarios.

Precisamente la «Penya» sorprendía en la semifinal ante el FC Barcelona en el enésimo intento de los blaugrana de ser campeones de Europa y que se quedaba por el camino al ceder contra el vecino de Badalona por 79-65. Así se llegaba a la final contra el Olympiakos, que también había ganado al Panathinaikos.

El equipo del Pireo tenía una plantilla dirigida por otra «eminencia» del Básket Control como Iannis Ioannidis y en ese conjunto estaban jugadores reconocidos como los internacionales griegos Fassoulas y Sigalas, pero donde sus estrellas eran un alero americano, Tarpley, que venía de haber sido galardonado como «mejor sexto jugador de la NBA» pero a la vez expulsado de la liga por «determinadas conductas extradeportivas», y sobre todo el poste montenegrino Zarko Paspalj.

El choque comenzó con numerosos errores en uno y otro equipo sin que ninguno lograse abrir distancias, aunque Paspalj intentaba encabezar en la primera parte un intento de escapar en el marcador por parte de Olympiakos que era neutralizado en los últimos minutos por parte de la Penya antes del descanso, encabezados por un jovencísimo Ferrán Martínez, para llegar con empate a 39.

El Joventut contaba como pareja americana al legendario Corny Thompson, quien ya no estaba en sus mejores años, y un Mike Smith que años después ficharía por el Real Madrid, se nacionalizaría y jugaría con la selección española. Ninguno de los dos tuvo un partido brillante y en la segunda parte, las imprecisiones de uno y otro equipo se multiplicaron predominando las defensas preocupándose los dos conjuntos de maniatar a las principales referencias en ataque. Y es que después del descanso Smith y Paspalj estuvieron casi inéditos.

El Olympiakos llegaba a falta de 5:30 para el final con una ventaja de 57-52 en el marcador… Ya no volvería a anotar más. De hecho los dos equipos estuvieron casi 4 minutos sin anotar, hasta que un tiro libre anotado por Ferrán Martínez seguido por un triple de Villacampa ponía la emoción a falta de dos para el final (57-56). El resto ya es conocido por los aficionados de la «Penya», fallo del equipo ateniense y siguiente ataque interminable del Joventut con innumerables rebotes ofensivos incluidos hasta que Corny Thompson (quien hasta entonces había tenido un partido mediocre) anotaba un triple histórico para certificar el título verdinegro (57-59).

Aún Olympiakos tuvo el último ataque y Paspalj sacaba una falta cuando quedaban 4 segundos. De aquella en los «bonus» regía la norma de que el equipo podía escoger sacar de banda o lanzar un «1+1», es decir, que si fallabas el primer lanzamiento ya había rebote y no tenías derecho al segundo. Ioannidis escogía la opción de los tiros libres y el montenegrino, quien a pesar de ser un gran jugador tenía un tiro poco ortodoxo, fallaba el primero pero el partido aún tendría algo más de dramatismo.

Y es que el equipo griego cogía el rebote ofensivo y la mesa tardó en arrancar el reloj de partido ante las protestas de Obradovic aunque afortunadamente los dos tiros que les dio tiempo a lanzar no entraron y el Joventut se proclamaba campeón de la Liga Europea justo cuando nadie lo esperaba.

Fue el último gran título de la «Penya», debido al proceso de «descomposición» del equipo con un Thompson que se iba a León a jugar sus últimos años de profesional, un Smith que acabaría yéndose al Real Madrid, además de Rafa Jofresa y Ferrán Martínez, quienes ficharían por el FC Barcelona. Aún tendría el Joventut otro momento de gloria en el 2008 con la consecución de la Copa del Rey y la ULEB Cup en la generación liderada por otros dos canteranos como «Ricky» Rubio y «Rudy» Fernández.

«Corny» Thompson en el triple decisivo contra Olympiakos

1995: REAL MADRID 73-OLYMPIAKOS 61

Un año más tarde, el Olympiakos repetiría final aunque con una plantilla muy cambiada a base de «talonario» y enfrente tendría a otro equipo español aunque con el mismo entrenador, Zeljko Obradovic.

Empecemos de nuevo contextualizando esa campaña. El técnico serbio abandonaba un Joventut que empezaba su proceso de «descomposición» e iba a un Real Madrid que necesitaba una transición, con el objetivo de liderar un proyecto a largo plazo. En la plantilla estaban jugadores como Isma Santos, Antúnez, Pep Cargoll o García Coll habituales en el «cinco inicial» o de las rotaciones, que siendo buenos perdían las comparaciones con los Fernando Martín, Romay, Iturriaga, etc. que conformaban una de las generaciones más brillantes y que nunca logró la Copa de Europa, salvo el doctor Juan Antonio Corbalán, quien estaba en la última conseguida en 1980.

Sin embargo, ese equipo tenía un factor claramente desequilibrante: Arvydas Sabonis. El pívot lituano era con diferencia el mejor en su posición en el baloncesto FIBA y, además, a sus entonces 30 años se había adaptado a las circunstancias de la evolución del baloncesto, su edad y las limitaciones físicas (en forma de lesiones) que le condicionaban. Venía de ser un poste imparable bajo el aro merced a sus casi 2,20 metros explotando en una época donde a los pívots «sólo» se les pedía que «se pegasen» debajo de la canasta, recibiendo, anotando y capturando rebotes.

«Sabas» se había convertido en un jugador mucho más polivalente, aprovechando su inteligencia para hacer valer un brillante juego de pies, capaz también de tener un buen tiro a media distancia y de asistir y ver los jugadores que estaban liberados porque «arrastraba» a dos o tres defensores. Junto a él estaba Joe Arlauckas, el poderoso poste americano con el que conformaba un juego interior temible… Jugaban y hacían jugar a sus compañeros.

En cualquier caso, el Real Madrid vivió una temporada convulsa ya que las cosas no iban bien en las competiciones domésticas, con episodios como la fuerte discusión que tuvieron en el Palacio de los Deportes de León Antúnez y Biriukov en medio del partido. En liga el equipo acabó cuarto y en los Play Off quedó eliminado en semifinales ante un FC Barcelona que sería el campeón «in extremis» en la recordada final contra el Unicaja de Málaga donde en el cuarto partido el equipo dirigido por Javier Imbroda «lo tuvo» con un triple de Mike Ansley que no quiso entrar.

Pero centrándonos ya en la «Liga Europea», el Real Madrid era capaz de ofrecer un rendimiento que no estaba dando en la ACB, y después de una buena primera fase y ganar en cuartos de final a la Cibona de Zagreb, se plantaba en la Final Four que se disputaba ese año en Zaragoza, con lo que contaba con el «factor cancha». En semifinales se imponían al Limoges por 62-49 y en la final esperaba el Olympiakos, que volvía a llegar ahí repitiendo triunfo ante Panathinaikos.

Como dijimos anteriormente, los atenienses tenían un conjunto muy renovado respecto al que se enfrentó el año anterior al Joventut y en el que habían invertido mucho dinero. Seguían Sigalas, Tarlac y Fassoulas, pero a mayores se reforzaban con otro de los referentes de la URSS como Alexander Volkov y con otro escolta ex NBA como Eddie Johnson. Todo ello conformaba un conjunto de mucha calidad pero subordinado al «Básket Control» predominante.

Por nombres podríamos suponer que Olympiakos era favorito, y más con las sensaciones que estaba transmitiendo el Real Madrid esa campaña, pero tener a Sabonis era un factor muy determinante y que fue capaz de condicionar la final desde el inicio. El lituano anotaba bajo el aro pero también se aprovechaba del hecho de tener hasta tres defensores con él para sacar a exteriores para anotar.

Muy pronto el equipo «merengue» fue capaz de abrir una diferencia entorno a los diez puntos que condicionaría el resto del choque y que hizo que el conjunto griego fuese a remolque y no pudiese practicar juego de ir a un «ritmo lento». Olympiakos fue haciendo la goma repetidas veces aunque sin llegar a bajar nunca de los cuatro puntos y rápidamente el Real Madrid retomaba el margen de diez puntos, haciendo que su rival no se viese capaz realmente de remontar.

Incluso en el momento en que Sabonis se cargó de faltas, emergieron otros como Arkauckas o un Antonio Martín en sus últimos años de baloncesto para firmar unos buenos minutos de rotación. Al final 73-61 en un partido donde el Real Madrid conseguía su octava Copa de Europa, 15 años después de la última, con lo que suponía el gran deseo del club entonces presidido por Ramón Mendoza, recogiendo el trofeo un Biriukov que no jugó ni un minuto de la final.

Después de esa temporada el Real Madrid iniciaría una etapa de «crisis», especialmente influida por el dominio en las competiciones domésticas del FC Barcelona. Arvidas Sabonis emigraría a la NBA y a Portland Trail Blazers, donde en la siguiente campaña sería designado «mejor novato» (con 31 años), mientras que la generación de los Antúnez, García Coll, Cargoll y Santos acabarían siendo baja, Antonio Martín y Biriukov retirándose y otros con pocos minutos como Martín Ferrer y José Lasa recalarían en Baloncesto León.

A cambio llegarían fichajes inmediatos como los Loncar y Savic (que sólo estarían una temporada) o los más duraderos Dejan Bodiroga, Alberto Herreros, los hermanos Angulo, Orenga, etc.

Arvydas Sabonis defendido por Eddie Jonhnson

1996: PANATHINAIKOS 67-FC BARCELONA 66

La temporada 95-96 volvía a deparar una final en la Liga Europea entre un conjunto español y otro griego, el duelo entre el Panathinaikos y el FC Barcelona del desenlace recordado del tapón ilegal de Vrankovic a Montero. El equipo blaugrana volvía a su enésimo intento por conseguir el máximo título continental después de varios intentos quedándose a las puertas y para ello Aíto García Reneses había construido un equipo donde José Luis Galilea y el ex de Baloncesto León, Xavi Fernández, estaban en sus mejores años de baloncesto, complentando el lituano Arturas Karnisovas una linea exterior temible, siendo los Montero, Bosch y Salva Díez jugadores de rotación, mientras que en el juego interior se alternaban el americano Dan Godfread, Andrés Jiménez y Ferrán Martínez, quien volvía a una final dos años después.

El Barça había culminado su transición después de la retirada de su último jugador mítico de los 80, Epi, y empezaba a tener en la cantera a un Roberto Dueñas que terminaría por explotar la temporada siguiente pero cuya participación en ésta era aún testimonial. Con estos ingredientes y un Xavi Fernández en plan estelar, el equipo blaugrana acabaría por dominar la Liga ACB donde la gran sorpresa fue el Caja San Fernando de Sevilla, entrenado por Aleksander Petrovic (el hermano mayor de Drazen) y que llegó hasta la final donde ya cayó por 3-0 ante el equipo blaugrana, pero por el camino había eliminado en cuartos a un Real Madrid que tras esa eliminatoria inició una reconversión total de su equipo de baloncesto.

El título liguero fue el bálsamo y lo que permitió salvar la temporada al FC Barcelona, que antes había perdido la final de la Copa del Rey ante el TDK Manresa (con «Chichi» Creus dominando el partido) y que en París se llevaba un tremendo mazazo en forma de final de la Liga Europa salpicada por la polémica… Algo que en los 90 también era bastante común en los partidos contra equipos griegos.

El «Palais de Bercy» albergaba la «Final Four» donde el FC Barcelona se enfrentaba en semifinales al Real Madrid y se acababa imponiendo por 76-66, con lo que estaba en ésta ante su cuarta final y la oportunidad de estrenarse como campeón de Europa. Enfrente estaba el Panathinaikos, un equipo que había fichado como entrenador a Maljkovic, con lo que el morbo estaba servido en los banquillos por la manifiesta enemistad que mantenía con Aíto, comparable a otras históricas del deporte como la de Bilardo y Menotti por poner un ejemplo.

El equipo ateniense había hecho la mayor inversión de la historia en una plantilla con la obligación de ganarlo todo y por tanto a principio de temporada era el claro favorito de la Liga Europea. Contaba en la plantilla con grandísimos jugadores habituales de una de las mejores selecciones griegas de la historia como Giannakis. Ekonomou, Alvertis, etc., pero Panathinaikos había reventado el mercado con la llegada, del poste croata Stojan Vrankovic y sobre todo de una de las grandes estrellas de la NBA de los 80 como era el «matador» Dominique Wilkins, ya en sus últimos años pero del que se esperaba que marcase diferencias.

Sin embargo, la fase regular de la competición europea el equipo verdiblanco fue decepcionante ya que se esperaba que dominase con autoridad y se clasificó primero para cuartos y luego para la final a 4 con más pena que gloria. Maljkovic había recurrido tres años antes al «Básket Control» y a jugar a un ritmo lentísimo para triunfar con el Limoges justificándose en que «el se adaptaba al grupo humano que tenía», pero la cuestión es que en esa ocasión tenía la mejor plantilla (o al menos la más cara) de Europa y su juego seguía aburriendo a las ovejas. Para el recuerdo queda una derrota de Panathinaikos en Lisboa ante Benfica y con la imagen del mate de Jaques Conceição (protagonista del «angolazo» en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 al meter 22 puntos a España) «en la cara» de Wilkins.

En todo caso, el Panathinaikos llegaba a la cita de París y ganaba en semifinales al CSKA de Moscú por 71-81 y en un partido donde por fin Wilkins justificaba el desembolso que habían hecho por él (35 puntos). Llegaba la final y una ocasión histórica para el FC Barcelona, pero en esta ocasión Aíto volvía a caer en la maraña defensiva tramada por Maljkovic.

El equipo griego controlaba durante la final el ritmo del partido, volviendo a las posesiones interminables, mientras que en ataque el Barcelona no se encontraba nada cómodo. En un abrir y cerrar de ojos, los griegos se iban de 12 puntos en la primera parte, que en esas circunstancias eran un mundo, haciendo mucho daño su defensa zonal y con un Vrankovic que no anotó en esa final pero que su labor intimidatoria en la pintura fue determinante.

Al descanso Panathinaikos ganaba por 37-26, prueba de lo que estaba siendo ese partido. Y en la segunda parte el equipo blaugrana (en ese partido de azul) lo intentaba repetidas veces aunque se veía impotente ante un rival griego que se limitaba a contemporizar y llegaba a tener ventajas nuevamente de 12 y 13 puntos, costando un mundo acercarse. A falta de dos minutos el Barça caía por 66-58, lo que parecía insalvable tal y como iba el partido, pero aparecieron los dos chispazos que hacía falta para cambiar el rumbo del choque.

Primero un triple de Arturas Karnisovas (que llevaba el partido sosteniendo al equipo en ataque junto a Xavi Fernández) y después de un tiro libre anotado por el base Jonh Korfas (quien había hecho un gran trabajo al manejar el ritmo del partido pero tenía una mala mecánica de lanzamiento) era Galilea el que anotaba y el Barcelona se lanzaba a presionar. Panathinaikos perdía el balón y de nuevo el base del Barcelona conseguía un 2+1 para poner el 67-66 a falta de un minuto.

A partir de ahí vino un desenlace increíble, donde los atenienses tuvieron el balón casi todo ese tiempo después de un lanzamiento que no entró de Wilkins y rebote ofensivo de Vrankovic para volver a agotar la posesión, aunque a la hora de finalizarlo el equipo griego se embarullo resbalándose Giannakis y aprovechando Galilea para robar el balón y dar un pase a Montero que se iba sólo a canasta y lanzaba contra tablero… Llegando por detrás Vrankovic y colocando el tapón después de haber rebotado el balón contra el tablero y estando en trayectoria descendente por lo que debía haber subido la canasta.

Fue el error mayúsculo, pero aún hubo más, porque la mesa había detenido el tiempo y aún estuvo el reloj parado al menos tres segundos (algo parecido a lo que ocurrió dos años antes en la final del Joventut contra Olympiakos) antes de volver a arrancar, llegando el balón a Galilea y entrando a canasta donde recibió algún contacto no señalizado.

En definitiva, 67-66 favorable a Panathinaikos en lo que fue una de las finales más polémicas de la «Liga Europea». Aún así, a pesar de ese éxito, Boza Maljkovic sería despedido al final la temporada porque en la competición doméstica se caía en la final de liga contra Olympiakos, mientras que el FC Barcelona aún tendría buenos años de baloncesto en competiciones domésticas, aunque tendría que esperar al año 2003, con Pesic en el banquillo, para conseguir su primera Euroliga.

Montero recibiendo el tapón ilegal de Stojan Vrankovic en la acción decisiva del partido

DIFERENCIAS CON EL BALONCESTO ACTUAL

A mediados de los años 90, como hemos señalado a lo largo de este artículo, se había impuesto un modelo de juego que estaba yendo en muchos aspectos en detrimento del espectáculo:

  • Hemos pasado de partidos en los que en general los equipos acababan por encima los 80 puntos o incluso en muchas de las ocasiones de los 90, a muchos en los que no se llega a los 70 o siquiera 60.
  • Se impone el «Básket Control» especialmente en el baloncesto griego, pero con equipos y entrenadores que siguen ese modelo en toda Europa: se prioriza la defensa, predominando las zonales, intentando desactivar el talento del equipo rival, mientras que en ataque se imponen los estáticos agotando las posesiones al límite.
  • El ritmo de los partidos en general es lento y con pocas concesiones a las transiciones rápidas.
  • Permisividad en cuanto a los contactos, lo que hace que se dificulten especialmente situaciones de «uno contra uno» o la presencia de un «Playmaker». Se impone el base contemporizador de juego sobre el «jugón».
  • Ya hemos indicado que los equipos griegos hacen una gran inversión en sus plantillas, especialmente en los casos de Olympiakos y Panathinaikos, que se hacen con importantes fichajes, muchos de ellos procedentes de la NBA. Son los principales exponentes del modelo de juego que hemos señalado.
  • Junto a los conjuntos «helenos», la supremacía a nivel de clubes se alterna con españoles e italianos. La guerra de los Balcanes y la marcha de los jugadores más importantes hace que los equipos croatas y serbios pierdan potencial.
  • En cambio, en esta época se empieza a generalizar la marcha de las principales «promesas» europeas a la NBA, principalmente de los países de la antigua Yugoslavia y la URSS.

Con todo a nivel normativo, cabe señalar que las normas en 1996 son las siguientes:

  • Los partidos siguen siendo de dos partes de 20 minutos y las posesiones de 30 segundos.
  • El bonus se sigue alcanzando a las 8 faltas en cada una de las partes. Hasta 1994 cuando se alcanzaba y no era falta de tiro, existía la norma del «1+1»: el equipo que la recibía escogía sacar o tiros libres, en cuyo caso, si el lanzador fallaba el primer tiro libre ya había rebote no tenía opción al segundo. A partir de la temporada 94-95 rige la norma actual, donde si se alcanza el «bonus» siempre son dos tiros libres, al igual que en las faltas de tiro.
  • La línea del triple estaba a 6,25 metros y cada parte se iniciaba con un salto entre dos, al igual que todas las situaciones de «lucha» (saltaban los dos jugadores implicados ).

Incidimos en la idea de que las tendencias de juego en el «baloncesto FIBA» estaban yendo en muchas ocasiones en detrimento del espectáculo y, en consecuencia, en la merma de seguidores y audiencias, en claro detrimento en comparación con la NBA, mucho más vistosa. Es por ello que la federación internacional comenzó en esa época a modificar reglamentos e interpretaciones en la aplicación de las normas buscando un baloncesto más atractivo y, en definitiva, asemejarse a la liga profesional estadounidense.

Las primeras modificaciones vinieron en forma de directrices a la hora de sancionar faltas y hubo dos entorno a 1995 que con el paso de los años han sido muy importantes:

  • Tolerancia cero en los contactos en los jugadores exteriores y especialmente en el tacteo a los bases. En esa época se permitía mucho a los defensores poner la mano en el cuerpo del jugador con balón como «referencia» y ayuda para evitar que se les fuese en el uno contra uno. Dicha interpretación pretendía «proteger el talento» y ha supuesto una auténtica mejoría porque esa situación ha desaparecido, al menos con el descaro que existía.
  • Aplicación de la «teoría de los cilindros» en el juego interior. Quien ve baloncesto de los años 80 y principios de los noventa recuerda imágenes de los pivots «repartiéndose de lo lindo» o buscando el contacto continuamente bajo el aro, con brazos, manos y lo que fuese posible para ganar la posición, siendo unos ejemplos muy socorridos los continuos duelos de Fernando Martín con Audie Norris. Eso hoy en día es imposible, ya que la teoría de los cilindros implica que «un jugador tiene derecho a su propio espacio delimitado por la prolongación vertical de sus hombros y por delante sus rodillas flexionadas». En consecuencia, en el juego de postes ya no se podía defender con las dos manos, abriendo el brazo para ganar la posición, etc. Ello ha hecho que, aunque lógicamente sigue habiendo contactos, se ha ganado en limpieza y en el hecho de que los interiores actualmente deban manejar un amplio abanico de recursos técnicos, juego de pies, etc. Probablemente eso también ha favorecido el hecho de que el estilo de juego sea más abierto y dinámico hoy en día.

Al margen de estas dos situaciones de interpretaciones arbitrales en beneficio del espectáculo, obviamente los cambios normativos han sido determinantes, haciendo que hoy más que nunca nos parezcamos más al exitoso modelo de la NBA, que ha inspirado todas las reformas.

  • Con el inicio del siglo XXI se aprobó una modificación histórica: Los partidos pasaban a ser de cuatro cuartos de diez minutos cada uno, alcanzándose el «bonus» a partir de la cuarta falta por periodo. También se introducía la norma de la «flecha de posesión alterna», con lo que el «salto entre dos» pasaba a darse sólo al comienzo de los partidos.
  • Un cambio trascendental fue también la reducción de las posesiones de 30 a los 24 segundos actuales. Ese fue un primer avance, pero probablemente más importante haya sido la introducción de los 14 segundos, en primer lugar en el año 2013 cuando se recibía una falta o pie en campo de ataque, y más recientemente añadiendo los rebotes ofensivos y todas las infracciones a favor que se saquen en campo de ataque. Sin duda esto aporta mucho más dinamismo a los partidos e dificulta al máximo el juego conservador (hoy no podrían darse esos desenlaces de las Liga Europeas del 1994 y 1996 donde el Joventut y el Panathinaikos agotaban casi un minuto entero de partido simplemente cogiendo un rebote ofensivo.
  • Se introdujo la norma de sacar en campo de ataque en los dos últimos minutos después de tiempo muerto.
  • Antes de estos trascendentales cambios se introdujo la norma de parar el tiempo después de canasta en los dos últimos minutos. Se acababan con situaciones como que un equipo que recibía una canasta a falta de tres segundos para el final podía hacer la «triquiñuela» de no sacar rápido para que se acabase el tiempo.
  • En 2008 se amplió la línea del triple a los 6,75 metros para hombres y mujeres, equiparándose a la distancia actual en la WNBA, pero aún a casi medio metro de lo que rige en la NBA masculina (7,24).
  • Y más recientemente se ha introducido la norma del «paso cero» con lo cual se ha abierto el abanico en situaciones de arrancadas en movimiento, traspiés, reversos, etc. anteriormente señalados como «pasos» y que ahora ya no lo son.

El presente artículo ha sido redactado por el responsable de la página web, Rubén Fernández, expresando opiniones exclusivamente propias y nunca desde el seno del CB Ciudad de Ponferrada.

Foto de portada: Toni Kukoc y Juan Antonio San Epifanio «Epi»